Declaración en vida es, ante todo, una declaración de principios estéticos en donde el acto de creación, de poiesis se erige como búsqueda de una realidad afincada en el lenguaje, una realidad que a ojos de la joven poeta Xochipilli Hernández, pareciera a veces más real que lo vivido. La poesía como mapa nos va llevando por este libro fascinante en donde se encuentran claves encendidas como faros, brújulas para llevarnos a ese no-lugar que es un sitio vivo, que es el poema. En el primer poemario de la autora se erige como verdad palpable el hecho de que no se pueden encontrar las claves del sonido sin encontrar las claves del silencio. Aquí las ausencias son, como en la partitura, tan vitales como las presencias, en un juego dialéctico de sombras y de luces, de noche y día. A través de preguntas que parecen ser al mismo tiempo lúcidas y familiares, Xochipilli nos lleva a un espacio de revelaciones que se desenvuelve en una lírica amorosa cuya soltura métrica y rítmica sorprende por la fluidez de su cadencia, un afinado oído para los endecasílabos, heptasílabos y octosílabos tan caros a la tradición hispánica. La lucidez de los planteamientos existenciales de la autora revelan una poeta que ante todo busca la claridad conceptual y la armonía melódica: flor y canto, corazón y rostro, «la música de labios antiguos». La concisión en la expresión también le permite a la poeta jugar con las formas más lacónicas y sintéticas de la lengua: los aforismos, los títulos, los versos sueltos, poemas juguetones como los “Pronombres para una infidelidad personal”, que recuerda un poco al juego erótico de los poemínimos. En efecto, la fuerza de Xochipilli como poeta se destaca aquí con claridad y destreza en sus poemas cortos, en donde se revela una apropiación contundente de una realidad que sin la poesía parecería opaca. Xochipilli nos recuerda con este recuento que la poesía es una forma de conciencia. En su libro se ven las influencias claras de El cantar de los cantares, La noche oscura del alma y La voz a ti debida de Pedro Salinas, epígrafe inevitable en esta colección de poemas de una naturalidad acentual y una profundidad lírica notables para un primer libro que nos revela el talento de la joven escritora.
Violeta Orozco
