El método convencional, la dieta de restricción de calorías, busca arrancar calorías a las células grasas para que bajemos de peso, pero en esa batalla la grasa siempre gana. Para que tales células se contraigan, el cuerpo tiene que sufrir. Puede que nuestra mente diga: “Come menos”, pero el metabolismo responde: “¡No!”, una batalla de la que es extraño que la mente salga vencedora.