–Mi búsqueda en la red solo arroja un cadete Carswell Thorne, de la República Americana, preso en la cárcel de Nueva Beijing…
–Es él –dijo Cinder, ignorando la mirada furiosa de Thorne.
Se produjo otro silencio. El calor de la sala de máquinas empezó a ascender e Iko dijo:
–Es usted… muy apuesto, capitán Thorne.
Cinder gruñó.
–Y usted, gentil dama, es la nave más espléndida de estos cielos. No permita que nadie le diga otra cosa.