Cuaderno de ideas

Lovecraft se sintió muy orgulloso de escribir su propio commonplace book siguiendo las prescripciones de John Locke en A New Method of Making Common-Place-Books, de 1706. Lo colmaba de retorcido orgullo saltar por encima de sus tiempos y atenerse a la prescripción estética del XVIII, su siglo favorito.

El commonplace book tiene, en concreto, mucho de anotación y nada de trama; tampoco es la evocación de una educación sentimental. Ni una crítica literaria aristotélica partidaria de la cualidad fabril (poieîn, mímesis de la acción) ni una idealista y romántica le encontrarán nada de chicha.

Se diría que en estos fragmentos no hay subjetividad. Si los comparásemos con los diarios del pintor Jacopo da Pontormo, encontraríamos que aquellos mostraban atisbos de su personalidad, aunque fuera a través del recuento de las viandas, las viandas otra vez, los pigmentos y las visitas de Bronzino. Lovecraft tomó estas anotaciones entre 1919 y 1934, los años que van desde Dagón y sus primeras ficciones hasta los textos que le granjearían la fama (me resisto a decir su madurez creativa, ya que su inmadurez no era poco interesante).

Niebla o humo que asumen formas al ser conjurados por encantamiento.

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Pero en el exterior hay algo rondando en mitad de la noche.

Un hombre ha perdido la memoria en una situación extraña y difícilmente reconocible. Temor a recuperar la memoria. Atisba algo…

Un hombre moldea distraídamente una figura extraña. Cierta fuerza lo ha impelido a hacerla más deforme de lo que él mismo puede comprender. La arroja con repugnancia lejos de sí. Pero en el exterior hay algo rondando en mitad de la noche.

En las paredes de una antigua mansión cuelgan pinturas tan ennegrecidas que no se distingue lo representado. Limpieza y revelación. Cf. Hawthorne, El retrato de Ed. Rand.

lectura de un libro insólito, la participación en un rito extraño, la ingestión de una pócima misteriosa, etc. Las visiones presentan una familiaridad imprecisa e inquietante. Una aparición. Imposibilidad de volver atrás.

Los demonios, cuando desean una forma humana para sus fines maléficos, se apropian de los cuerpos de los ahorcados.

De pronto y sin causa aparente a un hombre le aparece en la mano una extraña herida que se va extendiendo. Consecuencias.