Como un hermano, un amigo no es quien está viviendo siempre exactamente lo mismo que nosotros en el mismo instante sino el que, más allá de coincidir, está calificado para descifrar, en nuestro ineficaz vocabulario, en nuestros zumbidos, lamentos y tartamudeos, lo que queremos decir. Es con quien inventamos el silabario de nuestra personalidad.