Miedo

y al mismo tiempo una ira sorda e insensata

y al mismo tiempo una ira sorda e insensata

Zorra —murmuró ella.

Mañana: ¡qué cerca y qué infinitamente lejos estaba!

El miedo es peor que el castigo, porque el castigo es algo definido y, en gran o menor medida, siempre será mejor que la horrible incertidumbre, la horriblemente infinita tensión.

Cada vez que abría la puerta, su primera mirada inquisitiva caía sobre los rostros preguntándoles si había pasado algo en su ausencia, si la catástrofe ya se había producido mientras ella estaba lejos

De repente percibió la riqueza de la vida y supo que ya no podría ser pobre ni una hora más en su destino, y ahora que todo tendía a su fin sintió un nuevo comienzo.

Ella veía a su pasado como a un precipicio.

Pero Irene… Irene —tartamudeó, cada vez más confundido—. ¿Qué te hice?… De repente te alejás… Te espero día y noche… Hoy me la pasé todo el día parado frente a tu casa esperando poder hablarte un minuto.