Dios en la tierra

Hasta un descreído no puede dejar de pensar en Dios.

líquida. ¡Y cómo son los soldados! Tienen unos rostros morenos, de tierra labrantía, tiernos, y unos gestos de niños inconscientemente crueles.

… y, sin embargo, estoy seguro de que el hombre nunca renunciará al verdadero sufrimiento; es decir, a la destrucción y al caos.

Nunca había contemplado un burdel bajo el sol, a plena luz del día. Siempre de noche, en las sombras y con la cabeza turbia por la bebida, pues un hombre cínicamente honesto debe entrar siempre borracho en esos sitios.

A… gua, a… gua, a… gua

agua por mandato de Dios y de ese rey sin espinas

unos gestos de niños inconscientemente crueles

Sólo muriendo se deja de existir. Pero la muerte, a su vez, es tan absurda y tan inútil como la existencia misma.