la
razón —dice Dostoievski— es indudablemente algo excelente, pero la razón es únicamente razón, y sólo satisface las cualidades racionales del hombre, mientras que la voluntad, viene a ser manifestación de la vida entera, es decir, de la vida completa del hombre, incluyendo en ésta, tanto la razón como todo tipo de especulación. Y aunque nuestra vida —continúa el autor— en esta manifestación se nos presente a menudo como una porquería es, a pesar de todo, vida, y no mera extracción de la raíz cuadrada. Además, ¿qué libre albedrío puede haber aquí, cuando el asunto llega hasta el punto de disponer de una tabla matemática y aritmética, cuando lo único verdaderamente importante sea, que dos y dos sumen cuatro?
Y es que ocurre, que para Dostoievski, la certeza de que «dos más dos suman siempre cuatro, no es vida, sino comienzo de la muerte». Así pues, el «dos y dos son cuatro», es para él, «una cosa insoportable». En su opinión, el hecho de que
dos y dos sean cuatro, es una desfachatez. Porque dos y dos son cuatro, se pavonea, atravesándose en medio del camino con los brazos en jarras y nos lanza un escupitajo, dice. Estoy de acuerdo que «dos y dos son cuatro» es algo maravilloso; pero si hemos de decirlo todo, entonces «dos y dos son cinco» también puede ser a veces algo mucho más atractivo.