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Victoria Schwab

Una obsesión perversa

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  • Alison Reynosoje citiralaпре 5 месеци
    Un momento después, un frío le subió por los brazos. Sydney contuvo la respiración, y bajo sus manos despertaron unos latidos; Victor Vale abrió los ojos, y sonrió.
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    —No lo entiendes —jadeó Eli—. Nadie lo entiende.

    —Cuando nadie te entiende, suele ser un buen indicio de que estás equivocado.
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    Basta —dijo Victor. Detrás de sus ojos, el selector aumentó la intensidad. Eli gritó—. No eres ningún ángel vengador, Eli. No eres santo, ni divino, ni llevas ninguna carga. Eres un experimento científico.
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    —Vas a regresar, ¿verdad? —preguntó Sydney cuando llegaron a la puerta.

    Victor miró por encima de su hombro.

    —Claro que sí —dijo—. Ese es mi mechero preferido.
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    —No vamos a regresar, ¿verdad?

    —Esta noche, no.
  • Alison Reynosoje citiralaпре 5 месеци
    Pero aquellas palabras que empleaba la gente —humanos, monstruos, héroes, villanos—, para Victor eran solo cuestión de semántica. Alguien podía considerarse un héroe y, sin embargo, ir por ahí asesinando a docenas de personas. A otro podían tildarlo de villano por intentar detenerlo. Muchos seres humanos eran monstruosos, y muchos monstruos sabían jugar a ser humanos. La diferencia entre Victor y Eli, sospechaba, no residía en su opinión sobre los EO, sino en cómo reaccionaban a ellos. Eli parecía empeñado en masacrarlos, pero Victor no veía por qué había que destruir una habilidad útil tan solo por su origen.
  • Alison Reynosoje citiralaпре 5 месеци
    Había visto suficientes documentales sobre la naturaleza en el televisor de la sala común para saber que las presas tenían ojos a los lados de la cabeza, estaban constantemente en guardia, mientras que los ojos de los depredadores miraban hacia adelante, juntos, sin temor. A pesar de que Victor tenía la mitad del tamaño de la mayoría de los reclusos, y no tenía aspecto de haber participado nunca en una pelea, y menos aún, de haberla ganado, todo en él lo identificaba como depredador.

    Y por primera vez, Mitch se preguntó si realmente era Victor quien necesitaba protección.
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    —No tengo miedo de Victor.

    —Lo sé —respondió Mitch con tristeza.
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    Mira, Sydney, hay algo que tienes que entender sobre Victor…

    —No es un hombre malo —lo interrumpió ella.

    —En este juego no hay hombres buenos
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    Un héroe. ¿Acaso no lo era? Los héroes salvaban al mundo de los villanos, del mal. Los héroes se sacrificaban para hacerlo. ¿Acaso él no estaba ensangrentando sus manos y su alma para enderezar el mundo? ¿Acaso no se sacrificaba cada vez que acababa con la vida robada de un EO?
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