5 escritores que revolucionaron al mundo

LETRAS
5 escritores que revolucionaron al mundo rompiendo las reglas
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Por: Jackie Gairaud

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Escribir correcta, o aunque sea decentemente, es algo a lo que nos enfrentamos todos los días. Cada que intentamos escribirle un mensaje a nuestro crush, ponerle el asunto a ese correo importantísimo o cerrar una conversación en el chat que ya se prolongó mucho más de lo que era necesario nos vemos obligados a crear perfectas oraciones que hagan ver, en unas cuantas palabras, lo simpáticos, inteligentes, cultos, sofisticados, interesantes, amigables y graciosos que somos. Es un tormento que debería tomar algunos minutos pero tiende a prolongarse hasta por agonizantes horas.

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Aunque la humanidad ha dejado rastros de escritura desde la Edad de Bronce, seguimos sobrellevando las dificultades del lenguaje y simplemente con las preguntas abiertas en un examen nos damos cuenta que muchos no hemos progresado tanto desde entonces. Pero hay algunos que no solamente dominaron el arte de escribir, sino que lo hicieron suyo. Olvidándose de convenciones, expectativas e incluso de sus propios temores, convirtieron a las palabras en una extensión de sí mismos y con ellas reestructuraron no solo nuestra percepción de la literatura, sino al mundo mismo.

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1.Jack Kerouac
Mientras las maestras de primaria todavía corregían a reglazos la puntuación de sus alumnos y una coma mal posicionada era un crimen imperdonable hasta en las publicaciones menos serias, Jack Kerouac (junto con sus compañeros beatniks) dejó esas y todas las reglas detrás y se fue a conducir por las nuevas carreteras estadounidenses, plasmando sus pensamientos en papel como le venían a la mente, sin pausas ni conexión, sin comas ni signos de exclamación. Redimiendo así el sentimiento sobre la técnica en la literatura.

En nuestros días, ser escritor latinoamericano se relaciona naturalmente con el Realismo Mágico; nos sentamos cómodos en nuestros laureles sabiendo que nadie en el mundo puede hacerlo como nosotros y nos enorgullecemos de que nuestros mundos, aunque caóticos, sean el crisol perfecto para crear historias que rompen las leyes de la física y la lógica para describir la realidad mejor que la realidad misma. Pero nada de esto hubiera sido posible si Gabriel García Márquez no hubiera decidido contar la historia de una familia cuyo destino está ligado a un pueblo en medio de la nada y al centro de todo.

Un judío viviendo entre germanos. Siempre atormentado y confundido por sus propios pensamientos. Escribía porque no podía evitarlo, necesitaba plasmar sus pensamientos para liberarse de ellos pero los despreciaba tanto que le pidió a su mejor amigo que destruyera todo su trabajo a su muerte. Afortunadamente él decidió publicarlos en lugar de destruirlos y nos dejó con literatura incómoda y asquerosa que de cualquier forma nos engancha desde el inicio y nos regresa al mundo transformados. El autor nos lleva a las profundidades más oscuras de psique humana y nos abandona ahí para encontrar nuestro propio camino de salida, hermanándonos en la desesperación.

Comedia ácida e inigualable, prosa ligera al leer pero compleja al reflexionarse. Douglas Adams fue un maestro de la literatura como pocos, no temió ir a las profundidades de la galaxia para reflejar los problemas más ridículamente mundanos de nuestra sociedad. Demostró que no necesitas ochocientas páginas de narrativa oscura en una sórdida prisión para hacer una crítica política y social más incisiva y aterradora como la que nos enfrenta a lo ridículo de nuestras acciones. Además inspiró a maestros como Neil Gaiman y a los creadores de Rick and Morty.

Que las mujeres no pueden escribir terror es un estereotipo que sobrevive hasta nuestros días, aún cuando grandes directoras y creadoras como Shirley Jackson y Jennifer Kent han demostrado lo contrario, el terror ficticio sigue asumiéndose como territorio masculino, tal vez porque las mujeres ya tenemos suficiente con el terror al que nos exponemos a diario. Pero fue una mujer quien puso uno de los pilares de la narrativa de terror, mucho antes de Debra Hill y Rita Mae Brown, Mary Shelley ya había escrito un clásico del terror y de la literatura del romanticismo.