Hace un tiempo tuve la oportunidad de asistir a una conferencia en la que se iba a hablar sobre un estudio sobre las emociones, lo cual ahorita no tiene mucha importancia pero hubo algo que la investigadora mencionó que se me quedó grabado "imposible que la humanidad se vea remplazada por máquinas debido a que estas se ven controladas por los humanos que son seres emocionales", a esto es lo que nos recuerda la autora con cada uno de los majestuosos relatos que se encuentran en este libro, eso que nos hace humanos siempre estará ahí. Por otro lado, fue raro imaginarme una CDMX distópica pero al mismo tiempo esa sensación de familiaridad (aún cuando no soy de ahí) es una especie de ancla a esos mundos que inevitablemente se sienten lejanos aún cuando están más cerca de lo que imaginamos.
Qué bonita imaginación tiene Andrea. La ciencia ficción siempre me ha gustado pero nunca la había sentido tan factible y cercana como en estos cuentos. Confieso que se me antoja vivir muchos de los escenarios que plantea, en una de esas el futuro con todas sus promesas y atrocidades, me lo concede.
Hacia tiempo que no leía cuentos, Andrea tiene una forma de las plasmar una realidad entre el presente y el futuro, nueestrs cotidianidad con una realidad futura, esa mezcla de ciencia ficción me ha cautivado, me ha hecho pensar en la tecnología, en la vida, la muerte, las relaciones personales y sociales, los mundos que creamos, que soñamos, he disfrutado como niña esta lectura en voz alta.