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Knjige
Javier Pérez Andújar

La noche fenomenal

270 štampanih stranica
Prvi put objavljeno
2019
Godina izdavanja
2019
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Citati

  • b7933397104je citiraoпре 5 година
    Como alguien le había contado la historia del caganer, se trajo los excrementos pensando que aquí sabríamos apreciarlos
  • b7933397104je citiraoпре 5 година
    además con que nadie se extrañaba, pues la gente creía que se trataba de algo parecido a Meritxell pero que no era Meritxell. Trabajaba de aprendiz en una barbería del barrio y barría el suelo. En sus rutas como guía por el Himalaya, en una zona que no me quiso precisar, le había llamado la atención la presencia de estos excrementos. No se parecían a los de ningún animal conocido. Tenían forma como de ensaimada y relucían en la oscuridad. Empezó a frecuentar el lugar por su cuenta y riesgo, y dedujo que aquel punto era utilizado por una extraña criatura para hacer sus necesidades, razón por la que decidió ir a horas diferentes del día y de la noche, y hasta llegó a quedarse allí acampado en la nieve, con el propósito de descubrir de qué animal se trataba. Pero sus esfuerzos resultaron infructuosos. Sin embargo, si volvía a pasar por allí durante su trabajo de guía, de nuevo encontraba estiércol reciente. Y así fue repitiéndose a lo largo de todo el tiempo en que ejerció aquella tarea
  • b7933397104je citiraoпре 5 година
    Al sherpa le conocí en la bodega Saltó del Poble Sec. Como le vi tomándose una Coca-Cola solo en una mesa, me decidí a abordarle. Se sorprendió porque le hablé en chino mandarín, y por supuesto a la que tuve ocasión saqué el tema del yeti. Enseguida me di cuenta de que no podía haber encontrado interlocutor más apropiado, pues conocía muchas leyendas e historias, y me habló de diferentes tipos de yeti. El más común es el de alta montaña, pero también existen yetis de otras clases. Y hay quien habla de un yeti pirenaico del tamaño del desmán de los Pirineos. El desmán de los Pirineos es como un topo con pelo de yeti. El caso es que a mitad de su explicación el sherpa dio un salto y salió por piernas. Yo creí que le había dicho algo horrible sin darme cuenta, así que para consolarme me acabé su Coca-Cola y su bolsa de patatas, pero se las tuve que restituir, ya que al rato se presentó con este frasco. Me explicó que aquí él se llama Meritxell, ya que es lo más parecido que había oído en Barcelona a su nombre, y que cuando se enteró de que era nombre de mujer ya se había acostumbrado a llamarse así, sin contar

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