Azriel entró al calor de la escalera, y mientras descendía, pudo jurar como un tenue, hermoso canto le siguió. Juró que sus sombras cantaron en respuesta.
Durmió tan bien como pudo haberlo esperado, pero cuando Azriel regresó a la casa del Río a recoger sus regalos antes del amanecer, encontró el collar de Elain sobre la pila. Lo guardó en su bolsillo. Pasó el resto de su día, incluso después de la aplastante pelea en la nieve, con toda la intención de regresar el collar a la tienda en el Palacio de Hilos y Joyas.
Pero cuando regresó de la cabaña en las montañas, no fue al mercado en el centro.
En su lugar, se encontró yendo a la biblioteca debajo de la Casa de Viento, de pie frente a Clotho cuando el reloj marcó las siete de la noche.
Deslizó la pequeña caja a través de su escritorio.
—Si ves a Gwyn, ¿podrías entregarle esto?