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Sarah J.Maas

A Court of Silver Flames

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  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    Podía imaginarlo, de hecho, mientras ascendió por las escalera de vuelta a la Casa.
    Como los ojos de brillantes de Gwyn resplandecerán al mirar el collar. Por cualquiera fuera la razón… podía verlo.
    Pero Azriel escondió el pensamiento, consciente de borrar la pequeña sonrisa que le trajo a su rostro. Enterró la imagen en lo profundo, donde brillaría en silencio.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    Escucha, yo…—Az buscó las palabras, su voz se volvió callada— Si hay otra sacerdotisa que pueda apreciarlo, entrégaselo a ella. Pero no voy a llevarme ese collar conmigo cuando me vaya.
    Esperó a que la pluma de Clotho terminara de escribir.
    Tus ojos están tristes, Cantor de Sombras.
    Le ofreció una lúgubre sonrisa. —Perdí la pelea de bolas de nieve hoy.
    Clotho era lo suficientemente inteligente para ver a través del desvío.. Escribió, Se lo daré a Gwyneth. Le diré que un amigo se lo dejó.
    No iría tan lejos como para llamarse amigo de Gwyn, pero… —De acuerdo.
    Gracias.
    La pluma de Clotho se movió una vez más.
    Merece algo tan hermoso como esto. Gracias por la alegría que le traerá.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    Azriel entró al calor de la escalera, y mientras descendía, pudo jurar como un tenue, hermoso canto le siguió. Juró que sus sombras cantaron en respuesta.
    Durmió tan bien como pudo haberlo esperado, pero cuando Azriel regresó a la casa del Río a recoger sus regalos antes del amanecer, encontró el collar de Elain sobre la pila. Lo guardó en su bolsillo. Pasó el resto de su día, incluso después de la aplastante pelea en la nieve, con toda la intención de regresar el collar a la tienda en el Palacio de Hilos y Joyas.
    Pero cuando regresó de la cabaña en las montañas, no fue al mercado en el centro.
    En su lugar, se encontró yendo a la biblioteca debajo de la Casa de Viento, de pie frente a Clotho cuando el reloj marcó las siete de la noche.
    Deslizó la pequeña caja a través de su escritorio.
    —Si ves a Gwyn, ¿podrías entregarle esto?
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    Azriel revisó su movimiento. Lo intentó tres veces antes de que detuviera el mal hábito.
    —Culpo a Cassian por esto. Está demasiado ocupado haciéndole ojitos a Nesta como para notar este tipo de errores estos días.
    Azriel se rió. —Tienes razón.
    Gwyn sonrió amplio. —Gracias.
    Azriel se inclinó su cabeza en una reverencia, una inquietud se asentó dentro de él. Incluso sus sombras se habían calmado. Contentas de recostarse sobre sus hombros y mirar.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    ¿Cantas?
    Parpadeó. No era usual que alguien lo tomara por sorpresa, pero…
    —¿Por qué preguntas?
    —Te llaman Cantor de Sombras. ¿Es porque cantas?
    — Soy un Cantor de Sombras. No es un título que alguien inventó.
    Ella se encogió hombros otra vez, irreverente. Az entrecerró sus ojos, la estudió.
    —¿Pero lo haces? —presionó —¿Cantas?
    Azriel no pudo evitar soltar una suave risa. —Sí.
    Gwyn abrió su boca para preguntar más, pero no quería explicar. O demostrar, desde que estaba seguro que sería lo que pediría después. Así que Az apuntó con su barbilla a la espada colgando en su mano. —Intenta cortar el listón otra vez.
    —¿Qué… contigo mirando?
    Él asintió.
    Gwyn lo consideró y se preguntó si diría que no, pero Gwyn soltó un suspiro, se estabilizó sobre sus pies y equilibrio; y cortó. Un hermoso, preciso movimiento, pero no cortó el listón.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    ¿Cómo estuvo la fiesta? —su aliento se enroscó frente a su boca y una de sus sombras se atrevió a bailar con ella antes de regresar a él. Como si escuchara una silenciosa música.
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    Olvidé algo —le recordó.
    —¿A las dos de la mañana?
    Diversión brilló en su mirada. Mejor que el dolor y la pena que había vislumbrado un momento antes. Así que le ofreció una sonrisa torcida. —No puedo dormir sin mi daga favorita.
    —Un consuelo para todo niño grande.
    Los labios de Azriel se torcieron. Se detuvo de mencionar que de hecho sí dormía con una daga. Muchas dagas. Incluyendo una debajo de su almohada.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    Gwyn se encogió de hombros. —Una vez que te mueves, dejas de notarlo.
    Asintió y el silencio cayó. Por un latido, sus miradas se encontraron, bloqueó el sangriento recuerdo que destelló, tan diferente de la Gwyn de pie frente a él ahora.
    Su cabeza se agachó, como si también lo recordara. Que él había sido el que la había encontrado ese día en Sangravah.
    —Feliz Solsticio —ella dijo, una despedida como una bendición por las fiestas.
    Azriel resopló. —¿Estás echándome?
    Los ojos cerceta de Gwyn destellaron con alarma. —¡No! Es decir, no me importa compartir el anillo. Yo sólo…
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    Oh, puedo y lo haré. Si Lucien se entera que la estás persiguiendo, tiene todo el derecho de defender el vínculo como vea conveniente. Incluyendo invocar un Duelo de Sangre.
    —Eso es una tradición de la Corte de Otoño —la batalla a muerte era tan brutal que sólo era invocada en raras ocasiones. A pesar de ser un exrtanjero, Azriel había querido invocarlo cuando encontró a Mor todos esos años atrás. Había estado listo para desafiar a ambos: Beron y Eris a un Duelo de Sangre y matarlos a ambos. Sólo el derecho de Mor de reclamar sus cabezas en venganza le había detenido.
  • Mariana Castellanosje citiraoјуче
    La mano de Azriel se deslizó por su cuello, enterrándose en su espeso cabello.
    Inclinando su rostro de la manera que quería. La boca de Elain se separó ligeramente, sus ojos escaneando los de él antes de batirlos y cerrarlos.
    Oferta y permiso.
    Él casi gimió de alivio y necesidad mientras su cabeza bajaba contra la de ella.
    Azriel.
    La voz de Rhys tronó a través de él, deteniéndolo solamente pulgadas de la dulce boca de Elain.
    Azriel.
    Un comando implacable llenó su nombre, y Azriel miró hacia arriba.
    Rhysand estaba en lo alto de la escalera. Mirando abajo hacia ellos.
    Mi oficina. Ahora.
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